viernes, diciembre 21, 2012

De cómo sentir que encontraste tu vocación.

Debuté. Y no con un pibe.
En mi última entrada te contaba de cómo planificaba mi vida como comediante. Literalmente, ese era el título del post. Y ahora que ya pasó el debut me gustaría contarte de cómo... bueno, aún no pensé el título del post, pero si estás leyendo esto, es porque lo terminé y sabés perfectamente qué te quiero contar. Por cierto, ¡Hola, yo del futuro! no, quería decirte nomás que espero que hayas podido ir a mear como querías mientras escribías estas palabras, pero no lo hacías porque no querías interrumpir el chorro creativo con otro tipo de chorros.
Después de 4 meses de haber asistido a un... perdón, todos acá entendemos que si terminé un párrafo y bajé de renglón, es porque ya fui a mear, no? ok, sigo... de haber asistido a un taller donde me formaron en el maravilloso arte de hacer stand-up, debuté en la calle Gorriti, porque Corrientes estaba ocupada. Más precisamente fue el mítico Velma Café quien me vio dar mis primeros pasos en la comedia.
No sé realmente si hay mitos que envuelvan al Velma, pero queda bueno ponerle "el mítico" cuando te referís a un lugar y querés exagerar su presencia.
¿Y qué sensaciones me llevé de ese momento? Bueno, dejame contarte que para eso estamos vos y yo acá.
En lo que llamamos la "muestra del taller" nos presentamos 14 individuos de todo género, raza, índole y chindolele. Quien les habla tuvo que sufrir la enorme penuria de romper el hielo al ser el primer comediante en salir a escena luego de la introducción impartida por los profesores.
Dicho cargo me fue comunicado tan solo una hora antes de arrancar la función, por lo que no tuve tiempo para procesar ni preparar tal carga.
Antes de continuar, y si se me permite, me gustaría destacar la labor de esas tres personas que se pusieron a cuestas todo el show. Por un lado, Luciano Mellera, quien podríamos decir "la cara conocida" y, para ser honestos, la razón por la cual me anoté en el taller. Su partenaire, y te lo pongo en cursiva para que veas qué pibe de mundo soy, la señorita Fernanda Metilli, me era completamente desconocida a pesar de ser integrante fija del elenco del programa "La Pelu" de Telefe. Finalmente, como ayudante, se encontraba Pablo Mazzola, un tipazo que estaba al tanto de todo y que, realmente, me ayudó a calmar la ansiedad del segundo antes de salir a escena.
Continuando, pues, mi relato, yo ya me encontraba completamente preparado para arrancar el show. Perdón, la palabra no es "preparado", es "CAGADO DE MIEDO".
El momento de la verdad llegó, los profesores salieron al escenario a dar la bienvenida, y el tragicómico momento de decir "Recibamos con un fuerte aplauso a... Pablo!" llegó más rápido de lo que pensaba.
Aaaah, pero lo que fue eso, capo, no te lo puedo explicar. Pero voy a intentarlo, porque sino no tiene mucho sentido seguir escribiendo.
Yo tenía dos miedos muy claros antes de salir, a saber:
1. Que no se me entienda por mis problemas de dicción que datan de cuando era un pequeñajo, y que ocasionan que suela hablar rápido y se me entienda poco.
2. Una tos molesta que me viene aquejando desde hace un par de semanas, y que podía interrumpir mi perorata mediante sonidos guturales que destruirían inmediatamente la carrera que apenas estaba naciendo.
¿Y entonces qué pasó? ¿Qué pasó? Vino el Ratón Per... ah, no, eso no... pasó que apenas salí al escenario, los miedos y los nervios se fueron a sentar en primera fila para mirarme desde afuera. De repente no sentí nervios, ni me acordé que tenía tos, ni me apuré por decir las cosas. Hablé tranquilo, tratando de que las palabras complicadas salieran a su debido momento. Fue un momento absolutamente maravilloso donde sentí que estar donde estaba tenía perfecto sentido.
Hice un monólogo de aproximadamente 7 minutos, que en mi cabeza fueron 30 segundos. En mi mente recuerdo pensar "Ok, ahora toca... la última frase? en serio? ya terminé con todo?".
Fue tan genuina esta sensación que, apenas terminé, fui corriendo al camarín a buscar mi machete para ver si había cubierto todos los temas o me había salteado algo. No, efectivamente, había dicho todo.
En el sentido más amplio de la expresión, estaba todo dicho.

Buenas noches, muchas gracias.