jueves, mayo 10, 2007

De cómo ser un acomplejado edípico (Parte II)

Nueve meses pasaron, nueve meses de pura tortura para el pobre Cayo, que cumplía cada demanda de su mujer sin ni una queja.
Finalmente, un 12 de Abril, Yocasta dio a luz a un hermoso bebé de 1,800 kg. Decidieron llamarlo Edipo por un tío que tenían... que se llama Osvaldo. Pero Osvaldo siempre decía "El día que yo tenga un sobrino me gustaría que se llamara Edipo, por un bisabuelo mío... que se llamaba Manuel". Pero Manuel siempre decía "El día que yo tengo un bisnieto, y éste tenga un sobrino, me gustaría que se llamara Edipo, por una nieta mía... que se llamaba Yolanda." Pero Yolanda siempre decía "El día que yo tenga un abuelo, y éste tenga un bisnieto, y éste tenga un sobrino, me gustaría que se llamara Edipo, por un sobrino nieto mío... que es casualmente el bebé en cuestión". Y se llamó Edipo entonces.
Recordando las palabras de Dorita, Cayo decidió dar muerte al infante apenas nació, y para ello mandó a buscar a un siervo al que llamaban Bambi. A éste, pues, le dijo "Mi hijo, sangre de mi sangre, ha de sufrir la más tormentosa de las muertes". Bambi, nunca lento y siempre ambicioso, le replicó "¿Por cuánto, su majestad?"... mas Cayo, tacaño como pocos, pensó un poco y retrucó "Por cuanto mi nombre es Cayo, rey de los Egipcios y tú eres mi fiel siervo". Bambi lo miró y le dijo "Sí, mi señor", murmurando por lo bajo "Rata".
Cayo volvió a enunciar "Y como prueba del cohecho, me traerás su corazón latente". Bambi lo miró y dijo "Ehhh... pero cómo va a estar latente si te descuartizo al pibe?". Cayo calló. Bambi bamví.
Llegado al bosque, Bambi recordó una anécdota trágica de su infancia, donde su madre muere en manos de un cazador, y no queriendo ser él mismo calaña de su calaña, decidió perdonar la vida del joven, y dejarlo librado a su suerte... a la del pibe, o sea.
Y sí que tuvo suerte, porque un rey se lo encontró cuando salió al desierto a buscar bebés abandonados como hacía todos los martes. Adoptó al joven y éste creció sanamente y en familia.
Cierto día Edipo fue encomendado de ir a comprar unos bizcochitos de grasa para el mate en el supermercado de los chinos. Y allí se encontró con Dora que, al parecer, todavía no se decidía si comprar salsa de tomates con C o con K. Dora le advirtió que él mataría a su padre y se casaría con su madre... y en medio de la juerga además se voltearía a una prima. Edipo, asustado, abandonó el lugar... y caminando distraído por la calle, se cruzó con Cayo. Aprovechando el encuentro, y sin saber que estaba frente a su padre biológico, Edipo le preguntó a Cayo si sabía dónde quedaba la calle Julián Alvarez. Ante la negativa del hombre, Edipo mató a Cayo de un golpe... y le robó la Guia T.
De camino a su hogar, se encontró con Felipe Esfinge. Al verlo, Felipe le dijo "Edipo!!! Qué hacés, nene? Cómo va todo?"... sin darle tiempo a contestar, Felipe continuó, inperturbable, "Escuchate este, no sé si lo conocés... redondo, redondo, barril sin fondo, qué es?".
Edipo estaba habituado a las adivinanzas de Felipe, que, si somos honestos, eran cada día más pelotudas. Con paciencia de oro le contesta "El anillo".
Felipe lo mira... estudia su libro 1001 adivinanzas para entretener a sus amigos... lo vuelve a mirar... no lo comprende. Edipo había adivinado su acertijo. Felipe no soporta la presión y empieza a gritar descontrolado. Edipo lo mata. La gente lo aplaude... por fin se libraron del insoportable de Felipe.
Edipo es, entonces, nombrado Rey. Y como tal, se casa con la Reina, Yocasta.
Los años transcurren felices entre el matrimonio que, por cierto, ya tuvo hijos.
Un buen día, 22 de Marzo para ser exactos, Edipo estaba comiendo un chori cuando de repente se dijo a sí mismo "Hey... pero qué le pasó al rey que estaba antes que yo?". Su mujer le dijo que lo habían matado brutalmente en la calle. Edipo siguió comiendo su chori.
Cierta mañana de Abril, Yocasta le contó a Edipo que con su ex habían tenido un hijo, pero que fue adoptado por Madonna y nunca lo volvieron a ver. Con esos datos inexactos, Edipo se dio cuenta al instante de que se refería a él mismo, y como dos semanas después cayó en la cuenta de que se había casado con su vieja. No lo pudo soportar. Al enterarse de tal noticia hizo lo que todo hombre razonable haría: Se clavó unos tenedores en los ojos.
Huyó, pues, de su tierra, y jamás se volvió a saber de él hasta la semana pasada, que salió en Crónica un titular que rezaba "Masacre en Flores. Mueren dos hombres y un Edipo".