martes, octubre 19, 2010

De cómo ignorar un año de ausencia.

Porque si hay algo que me molesta, pero a la vez me nutre de anécdotas, es viajar todos los días en subte. Siempre se encuentra algo nuevo, siempre algo para contar. La vida laboral siempre es más divertida cuando, después del saludo riguroso, uno empieza su mañana con un "no sabés lo que me pasó hoy viniendo para acá".
Tomemos el simple hecho de que vivimos en un hermoso país donde lo que no se dice en voz alta no ocurre. Es decir, necesitamos que alguien se queje sobre algo para que nos demos cuenta que las cosas no andan bien. Todos saben que el subte funciona mal, pero nadie dice nada; ergo, el subte anda bien!
Todos los días, antes de viajar, me fijo en la página del subte la frecuencia de la línea A, y salgo de mi casa animado porque leo "Frecuencia normal. Servicio cada 3:30 minutos".
Llego a la estación Carabobo y me sorprende ver tanta gente en el andén. ¡Cómo se acumulan en solo tres minutos y medio! En fin, me hago paso en solo 30 segundos y me quedo esperando, escuchando "We are the champions" que dura 3 minutos. Para cuando termina el tema, yo ya estoy dando un paso adelante, porque con seguridad el subte llegó, no me importa que no lo vea y que la gente me agarre de los brazos para no caerme a las vías, Metrovías me dijo 3 minutos y medio y eso es lo máximo que voy a esperar.
Pero después recapacito, me subo de nuevo al andén, y pienso que quizás justo el servicio que estoy esperando se demoró y la página ya lo está anunciando, pero como yo estoy en el andén no puedo verlo.
Raro, la excelente programación televisiva de SubTV también dice que hay frecuencia normal.

Pero quien dice 3 minutos dice 15, y finalmente el subte llega.
Aaaah, qué despliegue de humanidad. Sonrisas por aquí, codazos por allá, la típica pelea de la segunda puerta porque los incautos que venían en el subte quieren bajarse en la cabecera, pero los que estamos allí queremos entrar, y según las leyes de la física dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio.
La vieja paqueta de pollera hasta las rodillas y bolsas de Coto ve la pelea y dice en voz alta, pero sin hablarle a nadie: "Siempre pasa lo mismo acá, por eso estamos como estamos" y una pequeña sonrisa se le dibuja en la cara mientras busca a su alrededor aunque sea a una persona que comparta su parecer y tenga ganas de quejarse públicamente. Respira aliviada cuando la treintañera con la carpeta en el brazo asiente y le dice "Y encima la gente no aprende más". La vieja paqueta se emociona: consiguió compañía para charlar durante el viaje.

Finalmente estamos todos adentro y suena el pitido de libertad anunciando la partida del carruaje. Los motores rugen, el andén comienza a alejarse de nuestra vista, las puertas se cierran, el pobre pibe con auriculares queda colgando del tren porque éste arrancó primero y cerró las puertas después... culpa del pibe, obvio, cómo se te ocurre subirte a un tren que va a arrancar sin previo aviso pero te va a dejar la puerta abierta para que vos te tires bajo tu propio riesgo?

Pasa una estación, dos, tres, una alegre voz nos avisa que "la línea D: Catedral - Congreso de Tucumán, realiza un servicio límitado. Disculpe las molestias", y yo, que no me tomo el D, la disculpo, pero me parece que hay un par que no van a estar tan contentos.
Llegamos a Miserere... y qué variedad demográfica! La gente sale, entra, sale de nuevo porque la empujaron, entra de nuevo con un cúmulo de nueva y refrescante gente. El tren arranca, las puertas esta vez ni se molestan en cerrarse, total, no está mal que corra un poco de aire. ¿Y qué fue ese ruido? Ah, se cayó el viejo, bueno, mejor, más lugar para los que sobrevivimos.

Cuando nos aproximamos a Plaza de Mayo, el cincuentón de los anteojos oscuros como comisario y la que se cree ejecutiva se tiran hacia la puerta. Todavía no sé bien si es porque están apurados por llegar o porque les divierten esas puertas manuales que todavía conserva el subte A.
Por supuesto, a último momento se avivan que hoy salimos por las puertas de enfrente, y en su frenesí quedan últimos de la fila.

También, en este año que pasó sin que escribiera nada en el blog, me fui de viaje a Europa y me fui a vivir solo. Pero a ustedes no les interesan esas cosas, no?