martes, agosto 07, 2007

De cómo narrar fábulas fabulosas.

Cierto día, caminaba por el bosque un alegre duendecillo, que cantaba una simpática canción: "Cada vez que te miro se me para, cada vez que te miro se me para... mi corazón! Se me para, mi corazón!".
El duendecillo, ocupado en sus propios asuntos, no vio a su amiguito Dante, el elefante traficante, que venía por el otro lado.
- Hey, duendecillo - dijo Dante - no me viste pasar a tu lado?
- Disculpa, amigo Dante, es que iba distraído pensando en mi alegría y mi bienestar.
- Eso es medio egoísta, pero te lo perdono porque eres mi amigo.
Dante y el duendecillo se conocían desde hace mucho tiempo. Juntos solían ir a ver a Olimpo jugar todos los sábados, previo asadete en lo de Ernesto Jaime Liemut, el mamut que, si bien gozaba de un paladar exquisito, por alguna razón adoraba el gusto del chucrut.
Se sentaron, en esa bella tarde de Febrero, a charlar de la vida, y todo lo demás (guiño cómplice), y se propusieron contarse algunas fábulas sobre sus amiguitos animales para pasar el rato. Y comenzó Dante con la siguiente historia:

La cigarra y la hormiga
En un bosque encantado (mucho gusto), vivía una hormiguita que, durante todo el verano, no hacía más que juntar más y más comida para llevar a su hogar.
Una cigarra, que vivía al lado y le afanaba el cable sin que la hormiga lo supiera, veía a su vecina juntar comida y se mofaba de ella.
- Ja ja ja - decía la cigarra con sorna - no ves que todavía estamos en verano, papá? Dejá de juntar comida que abrieron un McDonald's acá al lado... andá a la cucha que la bruja te espera y no te preocupes más.
Pero la hormiga, indiferente a sus burlas, solo atinaba a contestar:
- Tú ríete, cigarra, pero veremos quién ríe luego en invierno, cuando McDonald's no pase el control de salubridad y los chinos cierren para irse a Bariloche. Entonces me vas a rogar que te dé aunque sea un pure Maggi y yo voy a decir "ESSSSSTA".
Los meses pasaron, el invierno llegó, y McDonald's, tal como lo vaticinó la hormiga, cerró porque no pasó el control de salubridad... lo cual era esperable, porque la cigarra le batió el dato a todos sus amigos y en un santiamén el local estaba lleno de ratas, cucarachas, escarabajos, moscas, legumbres, luciérnagas, lombrices, Carlos Mata, caracoles, rayos y centellas, el zorro, el Sargento García, Charly García, Pichuqui Mendizabal y la Tota Marquez, que no es la Tota Santillán, a no confundir.
La cigarra, pues, muerta de hambre, golpeó la puerta de la hormiga, quien, ajena a todo, escuchaba una alegre canción: "En esta puta ciudad, todo se incendia y se va... matan a pobres corazones".
Como no respondía, golpeó más fuerte... pero la hormiga no escuchaba.
Entonces sopló, y sopló, y sopló, y estaba por tirar la puerta abajo cuando apareció el lobo y le cobró derechos de autor. Como la cigarra no tenía un centavo partido al medio, el lobo la aplastó, la cigarra murió, la hormiga nunca se enteró y la farolera tropezó, y en la calle se cayó.
Moraleja: Si alguna vez ves a una hormiga juntando comida para el invierno, no vayas a McDonald's.

El duendecillo quedó medio impactado por la violencia de la historia de Dante. La moraleja le llegó muy de cerca, y con un poco de repulsión todavía en su mente, se terminó su McCombo con papas medianas y respondió con su propio relato.

El zorro y las uvas
Era éste un prado poblado de arboleda y florecillas de todos los colores del arco iris... excepto violeta, porque... bueno, no había flores violetas en este prado.
En este prado feliz apareció un dia un zorro, que lavaba su ropa con Skip Ultra porque no le gustaban las situaciones trilladas. También veía McGyver los sábados a la tarde por Canal 13, usaba Opera para navegar por internet y veía Sony por la tele. Es increíble lo usado que es este animal para las marcas de productos...
El zorro caminaba sin preocupaciones, cantando una dulce melodía: "Mierda... el mamut se hizo mierda...". Se ve que el zorro no era muy amigo de Ernesto Jaime Liemut.
Llego entonces, el zorro, al pie de un árbol muy muy alto, donde pudo observar unas jugosas uvas que colgaban de una rama.
Sabido amante del vino, el zorro quiso recoger esas uvas para, en su viñedo, poder elaborar el más exquisito vino de toda la comarca. El zorro, catador innato, de paladar refinado, y buen beber, tuvo su primer contacto con el vino una tarde de Abril, cuando su madre, alcohólica empedernida... perdón, empedada, le dijo "Tomá esto, nene, es jarabe".
Claro que no era jarabe ese elixir... era... bueno, vino, o sea, creo que se sobre-entendía a esta altura, no?
El zorro no pudo más que adorar ese sabor, y jurar elaborar, con sus propias patas, el más exquisito vino que jamás existiera.
Y bueno, entonces así fue que vio estas uvas que decía, no?
En fin... el zorro quería agarrar las uvas, mas no llegaba dado que estaban muy altas.
Ofuscado, dijo: "Saltaré y saltaré, y las uvas agarraré". Y ahí volvió a aparecer el lobo reclamando derechos de autor porque dice que la frase es bastante parecida a su "Soplaré y soplaré", pero el zorro le dijo que, con ese criterio, vaya a cobrarle al autor de "Volare" que ahí es donde estaba la papota, y zafó de la multa.
Entonces, el zorro volvió a intentar agarrar las uvas, mas no llegaba de ninguna manera. Hasta que se le ocurrió una idea sublime: Usar una escalera.
Fue hasta su casa, agarró la escalerita que se había comprado en Sprayette, esa que tiene 12 posiciones distintas y te sirve para cambiar una lamparita cuando con un simple banquito también podés hacerlo y no tenés que hacer tanto quilombo; y fue de nuevo en busca de esas uvas.
Se alzó hacia el cielo diáfano, tratando de alcanzar su objetivo, estiró su brazo y agarró las uvas. Después se las morfó en el camino porque era medio boludo este zorro.
Moraleja: Si vas a decir algo, que no rime con "Soplaré y soplaré" porque el lobo tiene un buen abogado.

Dante quedó satisfecho con la historia de su amigo, y le dijo, con cierta pena, que tendrían que separarse dado que estaba llegando tarde a su casa para ver Futbol de Primera.
Así, pues, Dante y el duendecillo se fueron, cada uno por su lado, hacia su hogar. Dante iba cantando una hermosa sinfonía: "Son como tres, son como seis, hablan pavadas nomás...", y el duendecillo... bueno, el duendecillo tenía un iPod.

Y así culmina esta bella historia dedicada a quien hoy cumple medio siglo de vida... Marita Giselle. Ella misma, su esencia toda, es una enseñanza, una moraleja. Y la moraleja de Marita es:
Si vas a escribir un post para saludarla por el cumpleaños, tenés que incluir a un mamut llamado Ernesto.

¡Feliz cumpleaños!

8 comentarios:

Marita dijo...

La concha de tu hermana boludo, tengo un CUARTO de siglo, NO MEDIO!

Y feliz cumpleaños a mi!!!

Linda la historia... (vos seguís siendo un basuro)

Unknown dijo...

Juajuajajajajaja!! Muy bueno!!

Cosme Fulanito dijo...

Es lo mismo, estás arruinada de todas maneras...
Ya te dije que después de las 7 de la tarde, las matemáticas no son lo mío...

Unknown dijo...

Dante el elefante traficante... a mí el que me causó más gracia de esos animales era Luis el Cuis que si te pica te morís...

Espero verlo pronto, P.

Y feliz cumpleaños a Marita, cuyo blog es sólo una ilusión

Cosme Fulanito dijo...

Shhhhhh, Andee! Que si los demás se enteran que me copio del Osito Mimosito pierdo mi credibilidad!

Anónimo dijo...

MEDIO SIGLO JAJAJAJA!!!

Feliz cumple a la tonta (otra vez... ésto ya cansa...!) y muy buenas las historias! jajaja:P

saludos para todos
Inés

Anónimo dijo...

Pobre, la mataste, medio siglo... y yo que me quejaba de tus comentarios sobre mi edad.

Feliz cumpleaños a la cumpleañera que siempre comenta en este blog!

Te faltó Stevie The TV.

Ah, y estuve un rato para entender lo de Sony. Sí, justo yo :X

Natán dijo...

Claro que no era jarabe ese elixir... era... bueno, vino, o sea, creo que se sobre-entendía a esta altura, no?


Con esa parte me despance de risa, me mato!

Saludos!