sábado, enero 15, 2005

De cómo contar historias de mi pueblo (Parte 2)

En el capítulo anterior de esta emocionante historia de amor, riesgo, pasión y aventura, el Rey Saúl Alfonsín, luego de ser cautivado por la lira de David (tómese literalmente), decidió convertir al muchacho en su favorito, y éste accedió encantado. Hoy, la historia continúa, por favor, tomen asiento, apaguen sus celulares, ubiquen las salidas de emergencia más cercanas... y cállense. Disfrute el espectáculo.

Aviso: Al igual que ayer... esto puede ofender, así que no lo leas si te molesta que deformen una historia que tiene que ver con la religión. Yo te avisé...

David pasó su juventud a la par de su, ya por entonces, amigo Rey Saúl, a quien él, ya en confianza, le decía Saulo. La vida era tranquila en el pueblo. Cholo aprendió las reglas de la seducción y volvió a su mujer más enamorado que nunca, y con huevos de plástico. Jimena abrió la primera editorial de la historia y publicó la revista Gente.
Todo era felicidad en el pueblo israelita. Moisés, desde su tumba, sonreía.
Sin embargo, no muy lejos de allí, en el pueblo de Filistea, la gente estaba furiosa. Parece ser que hace un par de años, los israelitas fueron a Filistea, se tomaron unas copas en el bar, y les mearon toda la canchita de futbol. Entonces quedó una especie de bronca entre ambos pueblos, que se manifiesta en el gran clásico "Israel vs Filistea", a jugarse cada 2 meses en el Mundialito, la cancha de Israel.
Un día, los Filisteos estaban aburridos, y como se les acabaron los porotos para contar los puntos del Truco, decidieron atacar a los israelitas. Para ello se valieron del hijo de uno de los filisteos más sabios y viejos que había: Juan Armando Tedigotodo. El hijo de Juan Armando era un joven llamado Goliath, por cierta bebida gaseosa similar a la Coca Cola que se hizo famosa gracias a su gusto Pomelo. El pequeño Goliath, de pequeño no tenía nada. A los 5 años, el pibe ayudaba al viejo que laburaba como mecánico. Como el quía no tenía guita para comprar un gato hidráulico, le pedía a Goliath que levante las carretas (¿Qué esperaban? ¿Autos? ¡Vamos, gente, estamos hablando de épocas ancestrales!). Ya más adulto, a los 18 años, se puso una compañía demoledora, donde la demoledora era, justamente, él. Y la historia que toma lugar, ocurrió a los 24 años del muchacho, donde su cuerpo enorme y su fuerza descomunal semejaban a esos quías que aparecen en los videos de Tae Bo.
Fue entonces que los filisteos utilizaron esta poderosa arma para declararle la guerra al pueblo israelita.
El pueblo no podía quedarse impune ante tal ofensa, y decidió responder con su mejor artillería. Cuando los 100 soldados volvieron llorando y clamando por su mamá, el Rey Saúl decidió que era hora de tomar una decisión sabia. Llamó a su CEO y le dijo "Che, nos están haciendo percha... mandalo al David... el pibe hace todo lo que yo le digo, así que no va a tener problemas... si alguien me busca, me rajé a las Bahamas".
Cuando David, ciego de admiración por su rey, estaba a punto de ir al encuentro del gigante, el Rey tuvo un poco de compasión y le dio una armadura. Al pedo, el tipo parecía una lata de arvejas y no podía moverse, así que se la sacó y fue en pelotas.
Entonces David agarró su Honda X R 200R 125cc joya, nunca taxi; y se dirigió al encuentro del enemigo. La moto estaba en bastante buen estado, por lo que se deduce que era una buena Honda (chiste obligado, no me mire así).

David llegó al área de combate. Goliath lo esperaba con una lanza, un escudo y una Cepita porque tenía sed. El joven israelita, luego de bajar de la moto, recordó que dejó su chumbo en la armadura, y se pegó una palmada en la frente. Dicha palmada tuvo tal fuerza que lo tumbó al piso. A todo esto, Goliath miraba y se preguntaba qué corno estaba haciendo el chico. David, en el piso, vio una piedrota enorme a su lado y la tomó. Cuando Goliath ya estaba por cagarse de risa, David arrojó con toda su fuerza la piedra hacia los ojos del enorme hombre.
Se ve que era de Sagitario el quía, porque la puntería era su virtud. Le pegó justo en la nariz, con tal fuerza, que la deformó toda. Goliath, tras sufrir este atentado, exclamó: "Nooo!! Mi nariz!! Quedó horrible, y yo que pensaba presentarme al Super M 4/02 A.C.!!".
La angustia fue tal, que Goliath sufrió un infarto y cayó muerto ahí mismo.
El Rey Saúl, al enterarse de la noticia, por un telégrafo que le llegó directo a su sucursal en las Bahamas, viajó de inmediato a felicitar a su muchacho favorito.
Goliath había muerto, el pueblo israelita estaba de fiesta. Celebraron cuatro días y cuatro noches, al quinto día vino la resaca. Al sexto día vino la siestita. Y en el séptimo día, el pueblo israelita jugó un picadito.
Desde entonces, el pueblo filisteo no volvió a enfrentarse a los israelitas, más que en esos acostumbrados clásicos... aquellos clásicos donde aún hoy puede escucharse a la hinchada gritar "David, mi buen amigo, esta campaña volveremo' a estar contigo...".

"I'm not smiling at you, I'm just trying not to laugh."

4 comentarios:

baskhara dijo...

Que bien, tu creatividad es genial, sigue así. Me gusta como expresas las cosas, cada letra, cada palabra, forman una frase que me llevaron a un mundo....

bueno seguiré visitándote.

Baskhara

Marita dijo...

Ni idea si el nombre de la moto esta bien, pero si lo esta, ni en un millon de años vos lo sabias, y te veo muy vago como para abrir un google y buscarlo...¡Admitilo, te ayudaron! Asi no es eh, no no...
Bueno, te me vas para arriba muchacho, primero mensajes de odio, ahora de aliento... pss, quien lo diria...

Cosme Fulanito dijo...

Me fijé en Mercado Libre... ¿Cuál hay? ¿No puedo acaso?
Y gracias por el comentario bach... bash... bueno, vos...

Qué sueño que tengo...

Anónimo dijo...

CALLATE BOLUDO!