sábado, enero 29, 2005

De cómo sedimentar ilusiones irrisorias, menester de su significado.

Motivos son los que se podían necesitar antes para escribir algo. La falta de ideas me hace divagar, y salen cosas como ésta.
Porque la floricultura específica que redactó la posición marginal de la meticulosa barbarie, ya no ofrece porción alguna en los álamos inertes de la verdad. La sapiencia innata que colmaba aquél crepúsculo amanerado, hoy no es más que un simposio intercultural, donde la raza amena de la existencia demuestra su raciocinio, con una párcela de emociones, una dicotomía de sensaciones, y un pómulo de alegrías. Es entonces, querido lector, cuando yo le pregunto... ¿Qué motivo circunstancial lo incita a usted a perpetrar un depravado siniestro, con no mayores intenciones que las de delinear el círculo de la pubertad?
Podemos detenernos, observar, quizás laminar el pivote que denota la elocuencia en los actos impíos, mas nunca sabremos reconocer la quimera que ha marcado nuestros haberes. Y es ésto, tal vez, lo que nos motive a culminar, con apenas un ápice de falacias, las efímeres de nuestro sistema, la inmundicia de nuestras patrañas, y la relación adúltera de nuestra situación.
Hoy me paro aquí, sublime y perenne, para indicar el camino que ha de guiarnos hacia la revelación impúdica de la vil moneda que, sangrienta y mineral, denota el sendero de la luz, la justicia y el tórax.
Piénsenlo.

3 comentarios:

Cosme Fulanito dijo...

¡¡Es que ya no sé qué escribir!! Lo único que me queda ahora es agarrar historias y deformarlas, como lo de los Reyes Magos o lo de David y Goliath... pero eventualmente voy a cansar con eso...

Marita dijo...

Vos no tenes verguenza
(y no es una pregunta)

Cosme Fulanito dijo...

¿Alguna vez lo negué?