sábado, abril 30, 2005

De cómo pararse en una fila por horas.

Gracias al famoso, controvertido y nunca bien ponderado post de los insectos, usted ahora ya sabe que me encantan los chistes de Liniers, verdad? Y gracias al último post, de la Feria del Libro, sabe también que me encanta Pettinato, verdad? Bueno, tenemos entonces dos conjuntos... ¿Cuál es su intersección? Hoy, en la Feria del Libro, además de presentar su libro Pettinato, también presentaba Liniers. Lo cual significa que dos potencias se saludaban... o se agitaban la mano desde lejos, porque no llegaron a saludarse. Pues bien, yo tuve que elegir uno de los dos, y, por supuesto, me quedé con Pettinato, tipo groso como pocos (aunque él esté podrido de los que dicen "groso").
La presentación del libro tuvo poco de presentación y casi nada del libro. Pero sí tuvo mucho humor, mucho glamour... mucho Pettinato. Fue, básicamente, un monólogo al mejor estilo stand-up (género que amo) de unos 40 minutos, donde no paré de reirme ni un segundo. Petti logra eso en mí, por eso lo admiro. Al final del monólogo, dijo "Bueno, esto y más pueden encontrarlo en el libro", y es básicamente todo lo que mencionó sobre el mismo.
Apenas salí de auditorio, empezó la carrera hacia el stand de Ediciones B, donde don Roberto en persona estaría firmando autógrafos. Mientras avanzaba, me topo con una fila de gente bastante extensa (la fila, no la gente). Pregunto, pues, de qué se trata, y me comentan que Liniers estaba firmando... me muerdo los labios y sigo viaje. Llego a una fila cuya extensión me hacía creer que, si la veíamos desde arriba, asemejaba a la muralla china... no hay duda, era la de Petti... me ubico al final de la misma luego de caminar muuuuucho... a mi derecha, el stand de Oceano Color... a mi izquierda, mi casa (¿?).
Una hora y media, señores... una hora y media estuve esperando, hasta que por fin llegué al stand de Ediciones B y lo ví sentado firmando ejemplares. A su derecha, una de las mujeres más hermosas que ví en mi vida, a la cual, dos días antes, le había comprado el libro de Petti (es la cajera del stand, no revendedora, eh). Si de puta casualidad caes en este blog, sabelo, te amo.
En fin... decía, me acerqué hacia el gran maestro y saqué el ejemplar a firmar. Al contrario del 90% de esa fila, no fue su libro "Entre la nada y la eternidad" el que elegí para su firma, sino uno que sacó hace muuuuchos años, llamado "El que insulta primero insulta dos veces". Dicho libro se encuentra ilustrado, en su tapa, con una foto de Petti mucho más joven y con pelo lacio y morocho. Quería ver su cara de sorpresa al toparse con ese libro.
Cuando me llegó el turno, y vio el libro, notó, en efecto, cierta sorpresa y me preguntó si lo había comprado acá. Después lo firmó y yo me retire satisfecho... o casi... yo quería una foto!
Y bueno, esa fue mi epopeya... no será lo más emocionante que hay, pero al menos disfruté de un show de Petti, y eso no tiene comparación. Ahora... ¿Alguien sabe dónde puedo encontrar a Liniers?

Antes de despedirme, una muestra de la grositud de su nuevo libro:
La vez pasada llamé al sistema de compras por teléfono que tiene un shopping. Me atienden. "Sí, ¿En qué podemos ayudarlo?". "Nada... sólo estoy mirando, gracias."

¿Quieren saber algo? Me gasté más de 1.000 dólares el año pasado para hacer un curso anual sobre la reencarnación. Yo no lo quería pagar, pero el capo del curso me dijo: "Pettinato... vamos, gastátelo... es un curso sobre la reencarnación... Pensalo... Date el gusto... ¡Sólo se vive una vez!". ¿No es increíble?

Me encantan los perros. Podés hablarles y decirles absolutamente cualquier cosa: "¿Sabías que hay vida en Júpiter?". "El queso es Dalí". "Conjuguemos el verbo saber"... Lo increíble es que el perro siempre te mira con la misma cara. "Hola, ¡Imbécil del carajo!"... ¡Y ahí está! ¡Mirándote con la misma cara!
Es fabuloso, le decís: "Me parece que te voy a cortar las orejas sin anestesia", y él te mira como diciendo: "¡Guauuuuu!... Sabés que tenés razón... ¿Cómo no había pensado en eso antes?".


EDIT: Pequeña actualización que acabo de recibir por mail... ¡Logré tener una foto con él! Gracias miles a la pareja con el celular con camarita, que logró, después de todo, sacar una foto:

(nota: la mina que se ve de fondo no es a la que me refiero más arriba, sino la que está del otro lado y no salió en la imagen)

viernes, abril 29, 2005

De cómo feriar un libraco, amiguetes! (título para entendidos)

Les tengo una buena y una mala... la buena es que llegó, una vez más, la Feria del Libro a Buenos Aires!! La mala es que, por eso, Cachogos fue suspendido por tiempo indefinido... y bueno, coraje, mis valientes!
Para nuestros amigos de otros países, o incluso de otras ciudades, que desconocen el evento, les comento (jejeje, eso rima) de qué va la cuestión: Galpón, grande grande, con piso de colores... verde, azul, amarillo y creo que rojo también. Cada color es un pabellón. Adentro, miles y miles de stands (término inglés cuya traducción significa "Me acomodo como puedo entre tres paredes y espero que nadie me vea para manotear un libro"). En cada stand, libros (y... no va a haber caballos pura sangre... bueno, pura sangre y un poco de carnecita también, sino es un asco). La idea, pues, es la siguiente: Varias editoriales, comercios del rubro y afines se juntan para rendirle tributo al medio de comunicación más popular después de los mensajitos de texto: El libro.
Ahora, la cuestión es la siguiente... esta Feria tiene fama de ser popular, o tiene popularidad de ser famosa, que básicamente sería lo mismo pero no lo es. Entonces, siempre se llena de gente que viene desde lugares remotos para presenciar el hecho, como Las Toninas, Tafí Del Valle, Choele Choel y Hurlingam. Es por eso que no conviene ir un fin de semana, porque está más apretado que en uno de esos cosos de Japón donde la gente duerme, vieron qué groso? Los quías duermen en cajones! Es como si guardaran la ropa pero sin siquiera sacársela. Y hablando de Japón y ropa, vean este video y díganme si no son unos grosos estos tipos: clic acá.
Bueno, me alegra decir que yo ya fui (a la feria, eh, no a Japón), y voy a ir un par de veces más. La cosa es así: Fui el jueves pasado a la tarde... al ser día de semana, estaba bastante habitable. No estaba completamente vacío, pero se podía caminar tranquilo. Está exactamente igual que el año pasado... los mismos stands, la misma ubicación, Fontanarrosa firmando libros todos los días, etc... entré sintiendo que estaba viajando por el tunel del tiempo... hasta que ví los precios. Cabe aclarar que entré gratis porque soy universitario y al fin le encontré una utilidad a esta maldita facultad!
Bueno, luego de una recorrida que me habrá llevado unas dos horas, me volví con el fruto de mi estancia: El nuevo libro de Pettinato, y el guión de Pulp Fiction.
Hablando de Pettinato, este sábado el quía va a estar presentando el susodicho libro, y firmando ejemplares, razón por la cual retornaré a la Feria (sí, chicas! Voy a estar en la feria! Pueden ir a verme, prometo sacarme fotos con todas). Claro que, al ser sábado a la noche, va a estar hasta las re pelotas de gente, como dije... pero como yo ya la recorrí, no me importa... yo voy por Petti nomás... un capo el tipo, a pesar de que esté en contra de Queen... y bue, qué le vamos a hacer? No se puede todo en esta vida.
Luego, la semana siguiente, una vez más iré a la Feria, porque me dijeron que va a llegar un libro que estoy esperando hace tiempo: "Gerardo Masana y la fundación de Les Luthiers". Libro que ya salió en España hace tiempo, y que Marita, mi amiguita del alma a la cual quiero con locura, todavía no me compró... será posible, Doña Rosa?
Y bueno... mis amigos... si tienen oportunidad de visitar este bello lugar, háganlo. Si no tienen oportunidad... eh... no lo hagan. Pero recuerden la famosa frase de José Duval: "Un libro que no tiene nada escrito, más que libro, es un cuaderno".
Recuerden también la frase del general Wayving: "La pluma del águila jamás atravesará una gota de aceite".
Cierto que dije que no haría más chistes de Les Luthiers... pero bue, si no lo entienden es su problema, loco, yo digo lo que se me antoja...

jueves, abril 28, 2005

De cómo apreciar un viaje monótono.

Y un buen día, se me ocurrió ver cómo sería el viaje en colectivo sin música acompañándome. Desde tiempos inmemoriables, o sea, tiempos sin memoria, yo viajo en colectivo acompañado de algún dispositivo portatil que reproduzca música. En tiempos de antaño (o eran de Antonio? Mmhh... no... eran de antaño... bueno, digamos "Tiempos de ant."), dicho dispositivo era un simple walkman (o sea, un hombre caminante. Tengo todo el inglés, eh!) el que, mediante un cuadradito llamado "casette" (casa en francés. Tengo todo el francés, eh!) me permitía oir las más hermosas melodías (barrilete en alemán. Tengo todo... ah, no, eso no...). Los tiempos han ido cambiando, yo he ido evolucionando... digo... he ido bolucionando, y ahora el casette pasó a la prehistoria. Luego de superar mi etapa antigua, decidí utilizar un discman (o sea, un disco caminando... ¿Qué? ¿Nunca vio uno?), lo cual acarreaba consigo diversos problemas: Por ejemplo, ¿Cómo doblaba en las esquinas?
Superada ya esa etapa, y ese pésimo chiste, llegué a lo que se conoce como "Era Moderna", es decir, la del MP3. Y en ella estoy actualmente hasta que exista la forma de revivir a Freddie Mercury, meterlo en una cajita diminuta, y llevarlo a todos lados con su música. Yo no pierdo las esperanzas.
Entonces, cada vez que viajo en colectivo, me aseguro de tener mi MP3 con pilas listo para usar y/o disfrutar.
Pero no, esta vez decidí probar suerte sin nada en mis oídos... excepto cera, órganos internos y todas esas cosas, claro. Y debo admitir que he descubierto varias cosas. La primera, claro, que el viaje es aburridísimo. Pero también, me resultó curioso ver en qué ocupa su tiempo el resto de los pasajeros durante la estadía. Lamentablemente no puedo meterme en sus mentes (aún) para saber qué piensan, pero creo que eso ni siquiera es necesario.
Y veo a un muchacho que no tendrá más de 18 años, moviendo su pierna hacia arriba y hacia abajo, en un movimiento uniforme, como si estuviera siguiendo el compás de una música... pero no lleva auriculares... estamos ante un claro ejemplo del "Me muevo al ritmo de la música de mi mente". Este tipo está pensando en una canción, y se dejó llevar tanto por sus compases que hasta los repite con la pierna, mientras mira alrededor pensando "¿Alguien se dará cuenta de en qué canción estoy pensando por el movimiento de mis piernas?". Y, un poco inseguro de tal cuestión, acompaña a las piernas con un movimiento de manos, donde imita a una batería. El viejo parado a su lado lo ve y piensa "Qué juventud...", la señora a la izquierda del viejo piensa "Qué asco de generación", y el joven del otro lado piensa "Qué buen tema!".
Otro especímen (o espécimen? Digamos otro sujeto), otro sujeto (vio? Lo dije!) raro que acompaña el viaje es el que se conoce como "Ya no sé para dónde mirar". Entonces, cuando se sube y se sienta (en ese orden), empieza a mirar para adelante. Uno lo ve poniendo su cara de "Tengo mi mente en blanco", que mantiene por unos 10 minutos, hasta que se torna insoportable... y empieza a girar la cabeza... mira para un lado, para el otro... parece que está buscando algo, pero no hay nada. Derrotado, vuelve a mirar para adelante y pone la misma cara del principio, pero con ojos de frustración en su mirada.
Por supuesto, en colectivo lleno, no falta el tipo "Aprovecho los baches para apoyar", y estratégicamente se ubica al lado de una mina que esté buena, para que, en la primer oportunidad en que el bondi salte, el tipo se tire contra la mina con cara de "Uy, me tropecé". Claro que este acto pasaría mucho más inadvertido si el tipo no le tocara dos gomas, le manoteara el culo, lo apretara y le dijera "Está bastante firme, eh!".
Por último, al menos por ahora, está la típica vieja conocida como "Sé que soy vieja, necesito atención", que sigue la filosofía del abuelo Simpson: "Soy viejo, deme". Esta señora se sube al colectivo de a poco, lentamente, indicando minusvalía, a pesar de que, en realidad, venía de jugar un picadito en el club Mitre; y apenas saca el boleto, pone su cara de "Querido, me dejás?" y mira a su alrededor buscando una víctima. Ve otra vieja y dice "No, esta es de las mías, entre nosotros no nos jodemos". Ve una embarazada y piensa "Esa ya tiene suficientes problemas". Su presa favorita son los jóvenes, que no saben tanto de educación y no les nace eso de ceder el asiento. Se paran a su lado, estudian a la presa, y con la misma voz que seguramente usó la malvada bruja con Blancanieves, le dicen "Hijito... ¿Me dejás sentarme?". El nene, que hasta entonces estaba imitando una batería, deja de tocar, mira hacia arriba, inspecciona a la vieja, y cuando está a punto de decirle "No me rompas, vieja de mierda", nota que prácticamente todo el colectivo (sin incluir al chofer por motivos más que lógicos) lo está mirando con cara de indignación pensando "No seas maleducado, mocoso". Así que se para y dice "Por supuesto". La vieja triunfa, el nene pierde, todos felices... o algo parecido.

Cambiando el ángulo de la información (33° 4' 86", lo que se dice un ángulo agudo... sagaz...), los resultados de mi censo indican que hay una gran presencia de visitantes en este blog... más de lo que esperaba, realmente. Les quiero agradecer muchísimo su presencia. El cariño y la comprensión de todos ustedes para conmigo, realmente estoy muy emocionado; los quiero mucho (a todos excepto una), se los digo de verdad. Lo siento, no solo como persona, sino también como ser humano. Lo que siento se resume en una palabra: Mil gracias.

Y, dada la índole de la disertación que nos congrega en este recinto, los exhorto (o sea... bueno, no caigamos en chistes fáciles, lo mío es humor inteligente, tsé!) a todos ustedes a realizar, al menos, un viaje en colectivo sin música acompañante, para observar las distintas especies que pueden encontrar. Quizás sea aburrido, pero al menos será instructivo. O alguna de las dos.

sábado, abril 23, 2005

De cómo contar las visitas a la antigua.

¡Primer censo nacional de "De la vida, y todo lo demás...", muchachos! A ver, hacemos una ronda así cuento cabezas y hago una estadística completa con gráfico en forma de torta de ricota, decorada con chantilly, rellena de dulce de leche y la puta, qué hambre me dio...
Ya ha pasado un considerable tiempo desde que este blog se inició... no diré años porque no llegó siquiera a un año aún, pero sí han sido largos meses... de 35, 40 días... en este tiempo hemos vivido un cuasi-lifting, al cambiar el nombre desde su antiguo "Y dijo el Dr Vaporeso" al actual "De la vida, y todo lo demás..." nombre que, hasta ahora, Woody Allen no me reclamó, porque si le sacamos el "De" tenemos el título (en castellano) de su película "Anything else". Lo curioso es que yo ni siquiera ví este filme... nomás le puse este título porque me gustó. Y porque no se me ocurría nada mejor.
En fin... los meses pasaron, la vida y todo lo demás pasó, y llego al punto de saber quién me está leyendo, y por qué lo hace. Bueno, quizás eso último no tenga respuesta hasta el día de hoy, pero usted, vos, me estás leyendo ahora y por algo es.
Entonces, la cuestión es muy simple, y es la siguiente... el que lea esto, que postee un comentario... pero no de manera anónima. Si no quiere registrarse, que simplemente escriba su nombre en el mismo comentario, así puedo saber quién es. Pueden decir lo que sea, excepto "CALLATE BOLUDO" (¿Se acuerdan?).
La idea de todo esto es saber cuánta gente lee el blog, porque... bueno, porque quiero saberlo, qué tengo que andar dando explicaciones? Tsé...

viernes, abril 22, 2005

De cómo escuchar historias de insectos (Parte II).

Este post está dedicado a todo el mundo, excepto a dos personas que, da la casualidad, son las que más me importan... pero bue, a ellas no les gustó la idea, así que salteen este post.
¿Qué piensan esos molestos mosquitos que nos zumban en el oído cuando nos estamos por dormir?

Fernando: Vení, Rogelio, vení que me parece que se durmió.
Rogelio: ¿Estás seguro, Fernando? A ver, pará... no, está despierto todavía.
Fernando: No, boludo, se durmió, creeme.
Rogelio: ¿Te parece que deberíamos hacer esto?
Fernando: ¿Qué pasa? ¿Tenés miedo?
Rogelio: No, pero me parece que nos estamos yendo al carajo.
Fernando: Acá no está tu papito, nene, dale!
Rogelio: Pará, forro, no jodas!
Fernando: Entonces dale, tirate.
Rogelio: ¿Y si palmetea? Acordate lo que le pasó a Ricardo en el otro post!
Fernando: Te digo que está dormido! Dale, haceme caso, yo probé y está buenísimo. Tirate hacia su oreja y gritá, vas a ver qué buen eco que hay.
Rogelio: Bueno, yo me mando... (se tira) UAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!
Fernando: ¿Y? ¿Qué te dije?
Rogelio: Noooo, qué groso, chabón!!! Voy de nuevo!

¿Y qué estarán tramando cuando los vemos tirarse contra la luz?
Ignacio: Sí, hola, vos sos Alberto?
Alberto: ¿Quién pregunta?
Ignacio: Ah, sí, a mí me mandó Patricio. Me dijo que acá hacen deporte de alto riesgo, no?
Alberto: Sí, pibe, pero vos qué edad tenés?
Ignacio: 3 días, casi 4.
Alberto: ¿Seguro?
Ignacio: Sí, en serio, mirá mi documento.
Alberto: Bueno, está bien, podés pasar. La cosa es así. ¿Ves esa bola con luz? La idea es tirarte contra ella lo más rápido que puedas.
Ignacio: Ahhh, entiendo... y cuando la golpeo qué?
Alberto: Vas a escuchar un chasquido... es tu cabeza. Después vas a morir y caer rápidamente. Si apuntás bien, podés darle justo a la sopa del pelado que está abajo.
Ignacio: Uh, qué divertido! Ahí voy... (se manda) Wiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!

Prometo que es el último post que hago de este tipo...

martes, abril 19, 2005

De cómo apurar el paso, paso a paso.

No necesitamos mucho, en esta bendita ciudad, para acelerar nuestro pulso y sentir la adrenalina del peligro acosándonos, extrayendo lo mejor de nosotros para dejarnos sedientos en un mar de emociones, deseosos de toparnos con nuevas efusiones que alternaran nuestros sentidos en formas tan exhuberantes como extravagantes, logrando así alcanzar un estado de éxtasis total, que, otrora, sólo conseguíamos mediante la ingesta de narcóticos. ¿Y qué tiene esta ciudad que nos cause tal efecto o consecuencia? La calle y sus costumbres.
Usted está caminando tranquilo por la vereda, acercándose a la esquina cada vez más. Cuando está a unos 30 metros, ya divisa el semáforo peatonal de la vereda de enfrente, el cual está iluminado de color esperanza, y muestra un tipito simulando caminar. Ahí usted empieza a apurar el paso, y siente que su corazón le está diciendo "Are you ready to rumble?" mientras comienza a agitar las palmas... las palmas de la emoción, claro.
Se encuentra en medio de la calle y ve que, aquél tipito que recién caminaba en un tono verdolanga, ahora está paradito como si fuera a cantar el himno, y teñido de un rojo sangre. Como si fuera poco, titila el guacho... ahora está, ahora no está, ahora está, ahora no está. Entonces usted siente su corazón palpitante: "¿Llegaré o no llegaré?", se plantea, mientras con su dedo índice se señala, de forma intermitente, el sector izquierdo y derecho de su pera, como si fuera Mirtha Legrand. Quizás le convendría disertar un poco menos y avanzar un poco más, esta clase de cosas no deben ser debatidas en medio de la calle.
Ese es un excelente ejemplo de la adrenalina que provoca el urbe porteño.
¿Quiere otro ejemplo? No me conteste, de todas maneras voy a ignorar su respuesta y hacer lo que se me canta.
Camina tranquilo por la acera, contemplando los pajaritos, cuando, a lo lejos, lo ve... es el colectivo que usted tiene que tomarse... ¡Pero usted todavía está a una cuadra de la parada! Empieza la persecusión... su corazón se alerta y empieza a matracar como si fuera un redoblante antes de anunciar el ganador de una importante premiación. Su cerebro, sin embargo, no detecta la gravedad del asunto sino hasta pasado un tiempo. Entonces, su paso se ve cada vez más acelerado, pero como si fuera una película en cámara lenta, que de a poco recupera su ritmo normal. Primero da un paso, luego uno más largo... sus brazos ahora empiezan a agitarse mientras los pasos cada vez son más rápidos. Finalmente, todo delante de usted se convierte en un obstáculo entre su posición actual y la parada. Es así como, en medio del acto, tira a nenes jugando, viejas viendo vidrieras, un policía comiendo pizza, el panadero barriendo la vereda, tres palomas jugando al truco gallo, un jubilado criticando el país y la fila de hormigas que se querían afanar el provolone, y que no tuvo tanta aceptación en el público.
Finalmente, llega a la parada con el sudor en la frente, mientras ve a su colectivo pasar y al conductor que lo mira con cara de "Quizás si te hubieras esforzado un poco más", mientras usted murmura esas palabras de aliento que suelen decirse en estas ocasiones: "Pero la reputa madre...", rogando que el colectivero no las haya escuchado, porque sino es capaz de detener el vehículo, bajar y propinarle una tunda que no le permitirá sentarse por 3 días.

Y sí... en la ciudad se corren peligros, pero sin ellos, la vida no sería lo mismo... y no me hagan ni hablar de cuando estoy en la parada, y un camión está estacionado en la vereda, impidiéndome ver si viene un colectivo o no... mamita, eso es emoción!

lunes, abril 11, 2005

De cómo escuchar historias de insectos.

¿Se comunicarán los insectos entre sí? ¿Qué dirían si pudieran hablar nuestro idioma? ¿Hablan de nosotros, los humanos? ¿Qué le pusieron a este trago?
Leyendo los chistes de Liniers se me ocurrió (o se le ocurrió a él y yo me dije "Qué buena pregunta, Liniers") pensar... ¿Cómo serían las conversaciones entre los insectos si hablaran nuestro idioma?

Imaginen... picnic un domingo al mediodía, en pleno Parque Lezama. Carola y Enrique tiraron una lona en el piso y abrieron la cesta de comida con cuidado, para que el aroma no atraiga al Oso Yogi. Detrás de ellos, a 5 metros, una fila de hormigas se dirige a su encuentro.
Hormiga 1: Che, falta mucho?
Hormiga 2: No, mirá, ahí se ve el provolone... nos estamos acercando...
Hormiga 1: ¿Qué clase de persona trae provolone a un picnic?
Hormiga 2: Rodolfo, no rompas las pelotas... encima que la ligamos de arriba, te quejás?
Hormiga 1: Es que el último picnic que afanamos me cayó como el culo... es la última vez que le choreamos a un vegetariano.
Hormiga 3: Che, avancen, loco, que no es una feria artesanal!
Hormiga 2: Pará, Marcelo, que voy lo más rápido que puedo!
Hormiga 22: Che, quién se tiró un pedo?
Hormiga 21: Yo no...
Hormiga 20: Yo menos
Hormiga 2: No me siento muy bien...

Imaginemos ahora otra situación... casa de familia. Jacinto está haciendo la tarea cuando nota un mosquito volando a su alrededor. Instintivamente agita su mano para matarlo.
Mosquito: Pará, loco, charlémoslo!
Jacinto: ¿Me estás hablando a mí?
Mosquito: No, boludo, le estoy rezando a Santa Clara del Mar. ¡Obvio que te hablo a vos! ¿Por qué me palmeas?
Jacinto: Y... para matarte...
Mosquito: ¿Pero vos sos pelotudo de fábrica o te perfeccionaste en el exterior? ¿Qué mierda te hice yo a vos?
Jacinto: Me estás volando alrededor y molestás.
Mosquito: Negro, si te vuelo alrededor es porque no tengo a dónde ir. Perdí a mi vieja por culpa de una rana que se la manducó, y ahora deambulo sin rumbo fijo.
Jacinto: Uh, disculpá, no sabía.
Mosquito: No, está todo bien, vos no tenés la culpa...
Jacinto: ¿Puedo hacer algo por vos?
Mosquito: ¿Me abrís la ventana? Me dí el marote como 50 veces hasta avivarme que estaba cerrada.
Jacinto: Sí, cómo no.
Mosquito: Chau, Jacinto!
Jacinto: Chau... eh...
Mosquito: Ricardo.

Podría seguir, pero haría al post muy largo, y primero quiero saber si les gustan estas boludeces, no me van a hacer carburar la neurona al pedo, tsé...
Así que díganme... ¿Le gustó o no le gustó? (José María dixit)

domingo, abril 10, 2005

De cómo ver la misma obra 5 veces.

¿Recuerda usted el post de título "De cómo se desenvolvió (y otras aventuras de Don Rodrigo)"? ¿No? Recuérdelo...
Bueno, hoy fui a ver a Les Luthiers, hacer Las Obras De Ayer, una vez más, en el mismo teatro de Martinez. Usted dirá "¿Está loco este? ¿Otra vez?". Sí, estoy loco. Sí, otra vez. Y la volví a disfrutar como el primer día... era la misma obra, los mismos números, los mismos chistes, no hubo nada nuevo, pero no puedo no reirme cuando Nuñez Cortés dice "¡Yo era un infeliz!", o cuando Rabinovich dice "Se ve que es un retracto de familia". Simplemente no puedo evitar reirme. Aún si un chiste clásico como lo era la canción de los incas es modificada. El antiguo
Somos los incas
Un pueblo inca-nsable
Nuestras riquezas son inca-lculables
Abominamos de inca-utos e inca-paces
Pero nuestras canciones son todas inca-ntables!


es modificado por

Somos los incas
Un pueblo inca-nsable
Que inca-lculables riquezas atesora
Abominamos de inca-utos e inca-paces
Pero nuestras mujeres son todas inca-ntadoras!


¿Será por eso que amo tanto a Les Luthiers?

En fin... dicen que una imagen vale más que mil palabras...

Esta foto con el Dios Carlos Nuñez Cortés, el momento en que la saqué, mi breve cruce de ojos con Maronna, Mundstock y Rabinovich, y toda la noche en sí, va dedicada a vos, Marita.
Desde lo más profundo del corazón, y apelando a todo el amor que te tengo, te digo: Morite de envidia.

jueves, abril 07, 2005

De cómo encontrar canciones en la alborada de la vida... o en Google.

Ella era una chica bastante popular, decía Juanse de Los Ratones Paranoicos cuando cantaba el famoso tema "Es tuya, Juan" que hace poco se me vino a la mente y terminé bajándome.
"Estoy aquí, aquí solita" decía una tal Rosario Flores que ni idea de quién es pero seguro todos conocen la canción, esa que decía "Estoy aquí, aquí solita, pensando en tí, comiendome la cabecita". Y yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos canturreaba el tipo serio de Los Auténticos Decadentes que pocos saben cómo se llama pero todos reconocen como "El que canta que no es Cucho". ¿No siente una especie de malestar cuando le viene a la mente esa canción tan conocida pero que no sabe cómo se llama? ¿No siente un deseo incontrolable de escucharla, al menos una vez?
Dios bendiga a Google, donde alcanza con poner unas palabras sueltas para encontrar nombre del tema, intérprete, álbum, fecha de lanzamiento, fecha de nacimiento del autor, qué comió ese domingo y cómo se llama su perro. La otra vez se me vino a la mente una canción que sabía que era de Roxette, pero no tenía ni puta idea de cómo se llamaba, y lo único que sabía de ella era que empezaba diciendo "Hello, you fool". Suficiente... puse eso en Google, y al toque me estaba bajando Joyride, tema que no habría ubicado ni a palos si no fuera por el bendito buscador.
Ahora la cosa es así... cuando te queda una canción en la mente lo único que tenés que hacer es recordar al menos tres palabras y voilá, que se pronuncia vualá... cómo sé francés, la puta madre...
Sin embargo todavía no logré encontrar el tema de la propaganda de Nextel que dice "Tipy tipy no se qué", porque poner Tipy en Google me lleva a cualquier lado menos a donde necesito... ¿Alguien sabe cómo se llama?
En fin... lo jodido es cuando al fin encontrás el nombre del tema, abrís contento el Kazaa o simil, y te das cuenta que no aparece ningún resultado en la búsqueda. Claro, de qué te sirve saber cómo se llama si no podés bajarlo? Y entra la desesperación, entra la angustia, entra la desazón y entra Carola Del Bianco llevando un conjunto precioso, qué año Carola, qué año!
Tema aparte son las canciones viejas, como las que mencioné anteriormente... supongamos que tenemos la de los Decadentes, que no representa dificultad de ubicar, porque todo el mundo sabe que se llama Corazón, y hasta me atrevería a decir que salió en el CD llamado "Mi vida loca", no? Bueno, no le encanta eso? Recordar canciones viejas y decir "Uuuh, cuánto hace que no la escucho!", para, acto seguido, bajarla y recordar viejos momentos? Es la única forma que tengo de explicar la presencia de "Stayin' Alive", "El Venao", "Inolvidable" (la de Laura Pausini, la tana, se acuerda?) y otras más, en mi lista de mp3... diga la verdad... ahora le dieron ganas de bajar alguna de estas canciones, no? Vaya, yo lo espero...
¿Listo? Cantemos juntos...
A veces me pregunto si
Yo viviría igual sin tí
No sé si yo sabré olvidarte...


¿Nunca se preguntó por qué esta canción es en español si la mina es italiana? Ah, no? Bueno, yo sí...
Qué bien suena esta canción cuando la canta una persona que conozco... me la tengo que aprender en el piano...

domingo, abril 03, 2005

De cómo molestar en situaciones de riesgo. O algo así...

Ok, muy a mi pesar, ahora toda mi semana se divide en dos partes: En la facultad y fuera de la facultad. Por más que ame la segunda parte, ésta no puede convivir sin la primera.
Ahh, pero cruzar el umbral de ese antro de perdición... les digo, no tiene comparación... esa sensación de relajación que me da ver para los costados por si viene algún auto para, así, encaminarme hacia la Gral Paz con un aire de triunfo, una cara de éxito y una radio tocando a Queen a todo lo que da, o al menos todo lo que mi querido (y nunca bien ponderado) Vivace me puede dar desde su único parlante (tengo que arreglar el otro). Pero no les voy a hablar de mi vida fuera de la facultad, porque es tan divertida como ver un potus nacer, crecer, reproducirse, contar un chiste de gallegos, bailar lambada, decir "Lo hago por tu propio bien", sentarse en la mecedora a ver el amanecer con la escopeta entre las piernas, y, finalmente, morir en paz. La idea es hablar de mi vida dentro de la facultad, donde hasta parezco un ser humano y todo, porque, si algo tiene de bueno la facultad (algo debe tener) es que me da la excusa para poder decirle a alguien "No, no puedo, tengo que estudiar" y sonar creíble. Aún cuando el tiempo que debería pasar estudiando lo gasto viendo cuántos granos conforman un reloj de arena, y cuánto tiempo me lleva hacer la cuenta (la última vez que lo hice, según mi reloj de arena, tardé 2 kilos y medio de granos).
Bueno, la vida en la facultad puede dividirse en varios temas, y si me pongo las pilas o me dan ganas, hasta puedo hablar de todos ellos. Hoy me concentro en uno específico: La tecnología involucrada en las clases (o una forma más moderna de decir "Cómo me rompe las pelotas el maldito celular").
Situación: Aula con 50 alumnos sentados, profesor en el pizarrón, explicando cómo es que el error relativo de un número de punto flotante, puede crecer o disminuir conforme la precisión que se tome al calcularlo (odio Métodos Numéricos). De repente, un sapo croa en un volumen audible para el 98% de la clase (que incluye a todos los alumnos y profesores, pero excluye al que se quedó dormido). Usted dirá: Claro, facultad de biología, experimento con sapos. Yo le diré: Qué ocurrente, doctor! (Marcos Mundstock dixit), pero está mal!! (Tipo de "Dos Perros Tontos" dixit).
Esto, señores, puede parecer una situación irreal, pero juro ante Dios (Teto Medina) que ocurrió en mi clase. El sapo en cuestión no era otra cosa que un celular sonando. ¿No le molesta esas situaciones completamente en silencio, que son interrumpidas por Como Alí (en celulares modernos y de langas) o por la Marcha Turca de Mozart (en celulares antiguos y de gente que no sabe configurarle ringtones)? Porque hay que ser desubicado, che... si todo celular ofrece un modo de vibración que, además de provocar placer a almas solitarias, también permite evitar dicha situación, avisando del llamado sin siquiera chistar... entonces por qué no lo activamos y le hacemos un favor al resto de la clase?
Pero el celular no solo molesta dentro de clase... uno camina por la calle y escucha de atrás alguien que dice "Pero ese culo es más feo que el de Tevez" y uno se da vuelta pensando "Justo que me había hecho la lipo" y descubre que quien estaba atrás, al mejor estilo "José María en Videomatch cuando éste era gracioso", habla por celular, ignorando que no habita dentro de su propio cono del silencio, y la gente a su alrededor puede escucharlo.
Peor es cuando uno está en el colectivo, y lo llaman al que está sentado al lado. Entonces, un bondi de 20 personas, que sólo tiene un mínimo murmullo, es interrumpido por un idiota que dice "Berta! ¿Cómo estás? No, no, te escucho bien, vos a mí me escuchás? Esperá que hablo más fuerte... ¿¿AHORA ME ESCUCHAS??".
Y uno se contiene las ganas de decirle "Pero, pelotudo, cómo no te va a escuchar si hasta el emperador de China ahora debe estar preguntándose quién carajo es Berta?!", porque no... no dá...
Eso sí, los celulares también tienen su situación cómica... no me lo nieguen... es divertido ir al cine, ver el cartel que dice "Por favor, apague su celular", y de repente, notar miles de lucecitas prenderse y miles de "turiruriru" indicando que el celular ha sido apagado. Yo no, yo no lo apago en el cine... como tengo la poronga de Movicom, que no tiene señal ni aunque me pare al lado de la antena y la apunte con el teléfono, entonces sé que dentro del cine no va a poder sonar... y su super luz me sirve para ver la hora en medio de la oscuridad.
Sí, yo tengo celular... si no puedes con ellos, raja! Ah, no, así no era la frase, pero bue, se entiende la idea... al menos yo soy ubicado... no, no es que lo apago durante clase, o lo dejo siempre en modo vibrador... es que nadie me llama... ay, qué vida tan triste...