martes, abril 19, 2005

De cómo apurar el paso, paso a paso.

No necesitamos mucho, en esta bendita ciudad, para acelerar nuestro pulso y sentir la adrenalina del peligro acosándonos, extrayendo lo mejor de nosotros para dejarnos sedientos en un mar de emociones, deseosos de toparnos con nuevas efusiones que alternaran nuestros sentidos en formas tan exhuberantes como extravagantes, logrando así alcanzar un estado de éxtasis total, que, otrora, sólo conseguíamos mediante la ingesta de narcóticos. ¿Y qué tiene esta ciudad que nos cause tal efecto o consecuencia? La calle y sus costumbres.
Usted está caminando tranquilo por la vereda, acercándose a la esquina cada vez más. Cuando está a unos 30 metros, ya divisa el semáforo peatonal de la vereda de enfrente, el cual está iluminado de color esperanza, y muestra un tipito simulando caminar. Ahí usted empieza a apurar el paso, y siente que su corazón le está diciendo "Are you ready to rumble?" mientras comienza a agitar las palmas... las palmas de la emoción, claro.
Se encuentra en medio de la calle y ve que, aquél tipito que recién caminaba en un tono verdolanga, ahora está paradito como si fuera a cantar el himno, y teñido de un rojo sangre. Como si fuera poco, titila el guacho... ahora está, ahora no está, ahora está, ahora no está. Entonces usted siente su corazón palpitante: "¿Llegaré o no llegaré?", se plantea, mientras con su dedo índice se señala, de forma intermitente, el sector izquierdo y derecho de su pera, como si fuera Mirtha Legrand. Quizás le convendría disertar un poco menos y avanzar un poco más, esta clase de cosas no deben ser debatidas en medio de la calle.
Ese es un excelente ejemplo de la adrenalina que provoca el urbe porteño.
¿Quiere otro ejemplo? No me conteste, de todas maneras voy a ignorar su respuesta y hacer lo que se me canta.
Camina tranquilo por la acera, contemplando los pajaritos, cuando, a lo lejos, lo ve... es el colectivo que usted tiene que tomarse... ¡Pero usted todavía está a una cuadra de la parada! Empieza la persecusión... su corazón se alerta y empieza a matracar como si fuera un redoblante antes de anunciar el ganador de una importante premiación. Su cerebro, sin embargo, no detecta la gravedad del asunto sino hasta pasado un tiempo. Entonces, su paso se ve cada vez más acelerado, pero como si fuera una película en cámara lenta, que de a poco recupera su ritmo normal. Primero da un paso, luego uno más largo... sus brazos ahora empiezan a agitarse mientras los pasos cada vez son más rápidos. Finalmente, todo delante de usted se convierte en un obstáculo entre su posición actual y la parada. Es así como, en medio del acto, tira a nenes jugando, viejas viendo vidrieras, un policía comiendo pizza, el panadero barriendo la vereda, tres palomas jugando al truco gallo, un jubilado criticando el país y la fila de hormigas que se querían afanar el provolone, y que no tuvo tanta aceptación en el público.
Finalmente, llega a la parada con el sudor en la frente, mientras ve a su colectivo pasar y al conductor que lo mira con cara de "Quizás si te hubieras esforzado un poco más", mientras usted murmura esas palabras de aliento que suelen decirse en estas ocasiones: "Pero la reputa madre...", rogando que el colectivero no las haya escuchado, porque sino es capaz de detener el vehículo, bajar y propinarle una tunda que no le permitirá sentarse por 3 días.

Y sí... en la ciudad se corren peligros, pero sin ellos, la vida no sería lo mismo... y no me hagan ni hablar de cuando estoy en la parada, y un camión está estacionado en la vereda, impidiéndome ver si viene un colectivo o no... mamita, eso es emoción!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo único con lo que me identifico es con lo último que dijiste: es cierto, esos malditos camiones molestando en la parada del colectivo que no dejan ver...
O algo peor..En la misma parada del colectivo que te tenés que tomar, paran tres más. Entonces ves a una cuadra de distancia que viene tu colectivo, pero también vienen otros dos que tienen que parar en el mismo lugar, y rogás porque el tuyo llegue primero, porque si es al revés, paran los otros estorbando y ocupando 3/4 de la visión y uno se queda como pelotudo con el bracito llamándolo y como el colectivero no te ve, no para y sigue de largo...Creeme, ESO sí que es feo...

Cosme Fulanito dijo...

Muy cierto eso, que me olvidé de mencionar... me pasó que venía un 2 y un 5, yo tenía que tomarme el 2 pero el 5 venía adelante... obvio, se paró tapando la vista, el conductor del 2 no me vio y siguió viaje... odio eso...

Marita dijo...

"...y la fila de hormigas que se querían afanar el provolone, y que no tuvo tanta aceptación en el público." Me encanto eso. Porque en realidad al publico le gusto. No le gusto a dos personas nomas... Y podria ponerme a explicar lo que eso significa pero vos ya te das una idea...
¡ACEPTA DE UNA VEZ QUE ME QUERES!

Cosme Fulanito dijo...

¡Jamás! Antes la muerte inexorable, en manos de un marroquí furioso! Acepto, sí, que importa tu opinión para con los contenidos de este blog, pero de ahí a quererte hay un largo trecho que recorrer... y si querés que lo admita, primero admitilo vos!

Anónimo dijo...

JOOOOJOJOJOJOJO