domingo, diciembre 19, 2004

De cómo notar la importancia del centavo.

Antes que se convirtiera en el título de uno de los programas de culto de la mitad de la masa Vaporesiana, los "Todo por $2" eran unos locales pequeños, que uno podía encontrar de casualidad en alguna gran avenida, y que se jactaba de hacerle la competencia a sus vecinos, con productos baratos y de rebajado precio.
Hoy en día, cualquier tiene un "Todo por $2", y su nombre ha perdido su sentido por completo. Ahora podemos entrar a un local de estos y encontrar desde una cuchara, hasta una llanta de automovil. Si hacemos caso del nombre del local, entonces bien podríamos acercarnos a la caja con la llanta, entregar un billete de dos pesos, y retirarnos felices por la compra. Sin embargo, por alguna razón, si hacemos esto, la policía estará más que feliz de llevarnos a dar un paseo.
Entonces, ¿Por qué no somos realistas? Si estos locales ya no ofrecen nada por dos mangos, ¿No sería más correcto ponerle un título tipo "Todo por... a ver, cuánto traes?"?
Ahora, si hicieran algo así, yo iría con un billete de $2, se lo mostraría en la cara al que atiende y le diría "En tu carota! Ahora me tenés que dejar todo por $2!".

Otra cosa que me sorprende de estos locales, son los ingeniosos que, en lugar de llamarlo "Todo por $2", le ponen "Todo por $1,99". Señores, el dueño de este local cuenta con un intelecto superior. El día en que decidió abrir su local, contaba con dos opciones para el cartel: Poner el 2 o poner 1,99. Esto es lo que el hombre pensó: "La gente va a ver el 1 bien grande, y pensará que es todo por 1 solo peso. De esta manera, una vez adentro, ya no podrán quejarse, el anuncio lo decía bien claro: 1,99.".
No contó con que la gente, una vez adentro, podría llegar a decir "Pero creí que era todo por 1 solo peso. No traje más plata. Voy a tener que irme, y vivo lejos, así que no creo que vaya a volver nunca más". Un cliente menos.
Lo que sorprende de esta gente es que ponen el 1 bien grande, y el 99 bien pequeño. O sea, lo que acabo de decir no es fantasía, los quías realmente creen eso.
Y esto no lleva más que a pensar en los miles de locales que hacen lo mismo. Venden su productos a precios engañosos. Entonces vemos una televisión por $499. El señor Garbarino, que le puso ese precio al televisor, seguramente pensó "Al menos no lo estoy cobrando $500". Y claro, el cliente satisfecho, se va pensando "Ahora puedo decirle a los muchachos que compré una TV por menos de 500 mangos". Ley de oferta y demanda, señores... nunca falla.

"I wish somebody would invent a fruit that had no seeds, tasted delicious, and would scream when you ate it."

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